jueves, 9 de enero de 2014

Navidades de una duendecilla// Relato a un amigo invisible


 Microrrelato escrito para una amiga invisible (actividad de la Escuela de Fantasía)


La duendecilla dejó sus botas rosas en el jardín delante de la ventana abierta. No quería embarrarles el suelo. Una cosa era colarse de noche a por turrones y otra muy distinta ensuciar o romper enseres. Podía ser un bichejo del bosque, pero tenía modales. Así, en calcetines de flores,  trepó por el seto y entró de puntillas a través de la ventana.
Se detuvo un momento y aspiró el aire que olía a canela y almendras. Se relamió. Luego, entre saltos se llenó los bolsillos con polvorones y caramelos. Brincó aquí y allá entre las decoraciones recogiendo lo que le llamaba la atención. Entonces sonó el rugido del viento y un golpe seco. Corrió hacia la ventana. Estaba cerrada. Trató de empujarla pero no logró moverla. Se mordió las uñas. ¿Cómo saldría? El bloqueo le duró un momento. ¡La gatera! Aquella familia tenía un gato viejo y naranja. Corrió decididamente hacia la puerta trasera, pero al acercarse se quedó helada. Un hombre gordo de barba blanca y vestido de rojo guardaba la puerta. Corrió a esconderse detrás de una columna.
Lo estuvo observando un buen rato, hasta que entre risas quedas, se dio cuenta de que era una escultura. Una escultura que daba mucho miedo, pero sólo eso.
¡Muchas gracias! dijo al barbudo mientras salía.  ¡Y feliz Navidad!

No hay comentarios:

Publicar un comentario